Y llegamos al fin de la carretera, El Retorno (Ven)

Alfred y Daniel son un par de aventureros que se despegaron del tumulto de la ciudad para experimentar la tranquilidad de la selva amazónica venezolana, viviendo nuevas experiencias y obteniendo nuevo material y más planes de continuar recorriendo la zona aunque es una región conocida para ellos.

 

Texto: Daniel Meléndez F @danielm4wd

Fotos: Alfred Armas @ktqmene

Hay muchos lugares en Venezuela para emprender un viaje exploratorio, destinos que aún pueden llamarse inhóspitos, y el Amazonas es uno de ellos, por esa razón esta región estaba en nuestra lista para el próximo viaje en búsqueda de nuevas experiencias.

Región y estado

El Amazonas es el estado menos poblado de Venezuela, por esa razón cuenta con pocos urbanismos y está habitado menos del 10% de todo el territorio. La ciudad capital es Puerto Ayacucho, y desde ese lugar se desprenden algunas carreteras que se internan en la selva pero con tramos cortos. Aunque Puerto Ayacucho es una ciudad, está influenciada por las costumbres indígenas de las múltiples etnias que conforman las tribus de Venezuela y algunas compartidas con Colombia.

El río Orinoco separa el territorio colombiano del venezolano, sin embargo ambas ciudades fronterizas están estrechamente vinculadas en lo comercial y la mayor cantidad de rostros que se pueden ver son de personas aborígenes.

El territorio estado de Amazonas está completamente formado por la gran selva que lleva el mismo nombre y que abarca desde Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Brasil por lo que en este lugar reina el estilo de vida campestre a través de la ley de la selva, es decir tráfico de combustible, comida y minerales preciosos además de las conocidas guerrillas que han habitado por décadas esta frontera del río Orinoco.

El plan

Nuestro viaje estaba planificado a recorrer lo más que podamos en tierra, ya que para conocer más al sur de la selva amazónica se debe hacer sobre embarcaciones navegando sus ríos Orinoco, Sipapo, Autana o Ventuari, incluso es posible llegar a Brasil en un viaje que supera una semana a bordo de estos botes. Aunque ya hemos navegado estos ríos con anterioridad, nuestra idea era un poco más humilde y tranquila, solo queríamos conducir y conocer lo más que podamos a bordo de la camioneta y acampar unas cuantas noches, con la esperanza de conocer algo nuevo en la zona ya que en otros viajes anteriores hemos visitado gran parte de la localidad.

Luego de un día conduciendo rumbo al sur del país llegamos al Puerto Páez, el cruce del Río Orinoco que separa un estado de otro y una región de otra. Pasamos de los Llanos de Apure a la misteriosa geografía pre selvática del Amazonas y se condujo durante una hora hasta llegar a la capital, Puerto Ayacucho, donde hicimos una sola parada a orillas del río Orinoco para ver hacia Colombia y seguimos viaje hasta el lugar que sería nuestro campamento.

Al llegar al Amazonas el paisaje da un cambio rotundo, es como si estuviéramos en otra parte del planeta y aunque solo hemos cruzado un río se puede destacar la presencia de una roca oscura que indica que nos encontramos pisando parte de los macizos más antiguos del mundo, con formaciones antojosas que permiten darle rienda a la imaginación y hacer de comparaciones con animales o incluso cosas.

La Pernocta

El Tobogán de la Selva es un lugar turístico que reúne a muchas personas de la zona durante los días libre y de fin de semana para recrearse, pero el resto del tiempo es un lugar muy tranquilo, incluso en las noches en estas temporadas cuando encuentras otros viajeros con los que se puede compartir.

El Tobogán de la Selva es un río que por muchos años ha tallado la roca hacienda un tobogán natural que llega a un pozo. Todo este escenario es despejado entre montañas selváticas y una gran laja que predomina en todo el paisaje. Este fue el lugar para pasar las noches de nuestro viaje en la zona, funcionando como el campamento base por su especial colorido.

Churuata

El estado Amazonas tiene muchas comunidades indígenas, algunas insertadas en lo más profundo de la selva, otras no tanto, muy cerca de la ciudad se encuentran asentamientos indígenas como Churuata Don Ramón, que lleva este nombre por tener aún una churuata como las típicas en la selva aunque esta comunidad tiene casas modernas y algo de tecnología como teléfonos celulares, tabletas y computadoras y sus niños aun prefieren jugar en el río.

En esta comunidad nos sentamos a conversar con un joven que amablemente nos mostró y compartió sus inquietudes de recorrer los ríos y locaciones que tienen especial belleza, alrededor de su localidad. Estos escenarios nos llamó mucho la atención ya que nunca habíamos escuchado de ellos y quedamos con la emoción de volver con la intención de hacer las caminatas hacia las piscinas de ríos cristalinos sobre rocas ásperas características de la región. Con esta reunión ya se está cumpliendo parte del objetivo de este viaje, sin embargo debemos volver preparados para realizar una caminata de cuatro o más días hasta el lugar que nos comentan donde se encuentra el río y solo es conocido por personas de su comunidad.

El retorno

Un día más lo tomamos para buscar nuevos caminos, aunque no estábamos seguros de encontrarlos, por lo que seguimos la carretera rumbo al sur hasta el embarcadero donde normalmente se zarpa hacia el río Orinoco, ya lo conocíamos pero nos detuvimos a observar el movimiento de las embarcaciones, la llegada de alimentos, y la salida de grandes cantidades de combustible que es utilizado para minería ilegal.

El rostro de los hombres que trabajan aquí no es muy amigable, te ven de una forma que no les gusta que les observes lo que hacen por lo que tomar una foto en este lugar debe hacerse con cautela y no pasar más tiempo de lo necesario aunque tenemos calma ya que muy cerca, a unos 200 metros se encuentra el puesto de la Guardia Nacional, sin embargo, todo este tráfico ocurre frente a ellos.

Aun es temprano pero continuamos rumbo sur con esmero, hacia caminos que a partir de este momento son nuevos para nosotros, la velocidad crucero es baja ya que la intención es registrar en fotos y video todo lo que va resultado nuevo, hasta que nos dimos cuenta que ligeramente vamos en sentido del rio Sipapo con dirección a una población indígena donde ya no se puede avanzar más, y por una razón obvia es llamada comunidad El Retorno.

No sabíamos que tan al sur nos encontrábamos por lo que creímos conveniente parar y conversar con las personas de esta etnia indígena, conocerlos y saber un poco más del lugar, pero por alguna razón no veíamos a nadie.

Extraño y nos llamaba la atención que llevábamos minutos dentro del carro esperando ver alguna persona, pero no aparecía nadie, incluso los niños, quienes son más espontáneos y corren hacia la camioneta cuando la ven, en esta oportunidad no fue así. Hasta que creímos conveniente nos bajamos del auto para acercarnos a una casa y preguntar.

Una jovencita de mirada tímida respondió a mi solicitud de llamar al capitán de la comunidad, lo que hizo con prisa y creo que con un poco de temor a la inesperada visita. Al ser atendidos por quien es el jefe este caserío  indígena de la etnia Piaroa, conversamos gustosamente con él hasta que dio voz a que las personas salieran de sus casas.

El compartir

Por costumbre en cada viaje tratamos de llevar junto al equipaje algunas prendas de vestir y juguetes para entregar a personas necesitadas, es parte de la misión que vamos a cumplir, aprovechar la oportunidad que tenemos para llegar a lugares muy lejanos y hacer un acto que las personas nos agradecerían, sobre todo los niños cuando reciben un juguete. Esta acción llena de tanta satisfacción así como el propio logro de haber conocido el lugar que tanto planificaste, es una forma de conquista, llagar tan lejos como creíste y ganarte el corazón de los lugareños lo que en algunas ocasiones se ha convertido en beneficio cuando ellos deciden indicarte un sendero hacia un lugar paradisiaco que por cuenta propia no habrías llegado.

En esta ocasión el paquete era algo grande, aprovechando la capacidad de carga de la Land Cruiser de Alfred, él contaba con una gran cantidad de ropa embalada que abarca gran parte del habitáculo y al ver a los más pequeños salir de sus casas junto a sus familias afirmamos con la mirada que este sería el lugar para compartir todo ese equipaje.

Al dar la noticia fue cuando realmente salieron de sus casas, y confirmamos lo que habíamos creído, todos se escondieron al ver llegar la camioneta llegar, creemos que por miedo a un visitante inesperado, lo que debe ocurrir con poca o nula frecuencia

Este día estuvo lleno de alegría y de satisfacción, al ver cómo se puede hacer feliz a un grupo de indígenas que se encuentran apartados de la civilización y de toda actividad comercial que les permita adquirir sus prendas de vestir. Este acto es parte de nuestro propósito en los viajes ya que debe haber algo que justifique la intención que tenemos por recorrer y de darle un sentido positivo a la afición de llegar muy lejos. Es por esto que cada destino es un #ViajeconProposito

 

  • Conoce más de esta aventura en el Instagram de los protagonistas a través del siguiente link: Alfred, Daniel,
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